Nuestros destinos infinitos es de esos libros que desde su premisa atrapan: una historia de amor, muerte y reencarnación, donde dos almas condenadas a perseguirse y matarse a lo largo de los siglos intentan romper un ciclo eterno de violencia y destino impuesto. La novela juega con vidas pasadas, futuros alternativos y la constante búsqueda de sentido en medio de lo inevitable.
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Portada española. |
Lo cierto es que el concepto me ha gustado mucho y la historia engancha. Steven sabe crear atmósferas intensas, momentos de tensión y situaciones de amor imposible que te mantienen queriendo saber cómo resolverán su maldición Evelyn y Arden en esta nueva vida.
El punto débil, sin embargo, está en el abuso de los flashbacks. La novela dedica mucho espacio a mostrarnos escenas de vidas anteriores, y aunque algunas añaden contexto o emoción, muchas resultan repetitivas y no aportan nada nuevo que no se pueda intuir ya desde los primeros capítulos. Hacia la mitad, sientes que esos saltos al pasado interrumpen el ritmo de la trama actual más que enriquecerla.
El gran plot twist final, que pretende funcionar como revelación de la causa del ciclo de reencarnaciones, tampoco me sorprendió demasiado. Se veía venir desde bastante antes, y eso le resta impacto al desenlace.
Aún así, Nuestros destinos infinitos es una lectura entretenida y emotiva, con personajes con química y una ambientación que mezcla bien lo actual con lo místico. Habría brillado más con menos repeticiones y un giro final mejor guardado, pero merece la pena si te gustan las historias de amores imposibles, maldiciones y vidas cruzadas a través del tiempo.
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