La oscuridad de un laberinto no es solo física, sino también mental. En El hombre del laberinto, Donato Carrisi nos sumerge en un thriller psicológico que, más allá de su estructura de misterio y crimen, nos enfrenta a cuestiones filosóficas sobre la fragilidad de la vida y la imposibilidad de conocer realmente a quienes nos rodean.
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Portada española. |
La historia sigue a Samantha Andretti, quien desapareció cuando era niña y reaparece quince años después, sin recuerdos claros de su cautiverio. A medida que el Dr. Green, un especialista en criminales, intenta recuperar sus memorias, se despliega una cacería paralela por parte de Bruno Genko, un investigador con sus propios demonios y un tiempo de vida limitado. En este relato de atmósfera opresiva, el lector se enfrenta a una verdad ineludible: la vida es breve y, muchas veces, está a merced del azar o de la voluntad de otros.
Uno de los aspectos más inquietantes de la novela es cómo juega con la percepción de la realidad. ¿Qué es verdad y qué es ilusión? A través de una narrativa fragmentada, Carrisi nos recuerda que nuestra memoria no es más que una construcción frágil, y que la identidad misma puede disolverse en el abismo de la mente. En este sentido, la historia resuena con la idea filosófica de que el "yo" es un concepto moldeable y, en última instancia, inaprensible.
Otro gran tema del libro es la desconfianza hacia las apariencias. Nada es lo que parece, y aquellos que deberían brindarnos seguridad pueden esconder los mayores horrores. La figura del secuestrador, el concepto del laberinto y las pistas falsas reflejan la incertidumbre de la existencia misma: ¿realmente conocemos a las personas con las que interactuamos cada día? ¿O son solo máscaras que ocultan una verdad inquietante?
En conclusión, El hombre del laberinto no solo es un thriller absorbente, sino también una exploración de la vulnerabilidad humana. A través de su trama retorcida y su atmósfera sofocante, Carrisi nos recuerda que la vida puede ser cruelmente efímera y que, a menudo, la verdadera amenaza no viene del monstruo que acecha en la sombra, sino de aquel que se esconde a plena vista.
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