Reseña sin spoilers: El largo viaje a un pequeño planeta iracundo de Becky Chambers

Becky Chambers nos ofrece una historia profundamente humana disfrazada de space opera. A pesar de desarrollarse casi íntegramente a bordo de una nave espacial —la Peregrina— lo que realmente impulsa esta novela no es la tecnología, los combates interestelares ni los grandes conflictos galácticos, sino las relaciones personales, el entendimiento cultural y la convivencia entre seres profundamente distintos.

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 La tripulación de la Peregrina es el corazón de esta historia: un grupo heterogéneo de personajes de diferentes especies, géneros, pasados e ideologías, que aprenden a convivir, a respetarse y a apoyarse. Cada uno de ellos tiene su propia voz, historia y heridas, y Chambers les da tiempo para respirar, para ser, para conectar. A medida que se enfrentan a los retos del viaje, sus interacciones revelan un mensaje claro: la empatía y la curiosidad por el otro pueden superar cualquier abismo, incluso en medio del espacio.


Curiosamente, la ciencia ficción es más telón de fondo que motor narrativo. La nave viaja, sí, y hay avances tecnológicos, IA y especies alienígenas, pero todo ello se utiliza para explorar lo realmente importante: la identidad, la pertenencia, la otredad y la libertad de elegir el propio camino.

Este libro es un canto a la esperanza, a la diversidad y a la convivencia. Se siente como una taza caliente en mitad del frío del espacio. Una novela tranquila, cálida y profundamente humana. No importa a qué especie pertenezcas: aquí hay un lugar para ti.

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