Cuando los dioses despiertan, los hombres sangran.
En El Hambre de los Dioses, John Gwynne eleva el listón de la fantasía épica con una secuela más ambiciosa, más brutal y más emocional. Si en La Sombra de los Dioses el mundo de Vigrið se presentaba como una tierra marcada por la guerra y la herencia divina, en esta entrega ese mundo cambia radicalmente: la diosa dragona Lik-Rifa ha sido liberada, y su sombra oscurece el destino de todos.
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La gran fuerza de Gwynne en esta secuela está en cómo hace evolucionar tanto el mundo como a sus personajes principales, que se enfrentan a desafíos más complejos, decisiones morales más duras y un conflicto cada vez más colosal.
Orka, la madre impulsada por la desesperación, pasa de ser una vengadora solitaria a una figura clave en la lucha contra un mal mayor. Su viaje es visceral, crudo y profundamente humano. Varg, ahora más integrado en los Hermanos de Sangre, debe enfrentar no solo la verdad de su linaje corrompido, sino también el dilema de la venganza y la pertenencia. Elvar, por su parte, abraza completamente su papel de líder, dispuesta a cumplir su juramento de sangre incluso si eso la lleva a enfrentarse con dioses y traiciones.
Pero no solo ellos evolucionan. Vigrið, el mundo mismo, cambia. Lo que antes era un escenario lleno de ruinas y leyendas ahora se transforma en un campo de batalla donde los dioses antiguos despiertan y reclaman el mundo que una vez dominaron. Gwynne añade nuevos personajes, conflictos políticos y revelaciones mitológicas que enriquecen aún más su universo.
La figura de los corrompidos—descendientes de dioses con poderes sobrenaturales—cobra aún más protagonismo, revelando las fracturas entre lealtades, naturalezas y ambiciones. En especial, se exploran las implicaciones de tener sangre divina en un mundo que teme y venera por igual a sus antiguos amos.
Con una prosa directa y escenas de combate electrizantes, El Hambre de los Dioses es una continuación que no se conforma con repetir el éxito del primer libro: lo supera en escala, en profundidad emocional y en tensión narrativa.
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